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Proyecto ecológico

800 nuevos almendros 'mateuers' en Ibiza

Un sueco y una francesa inician «la plantación más masiva» de las últimas décadas en cinco hectáreas de Can Escarrer de Dalt

Quienes esta semana pasen por la finca de Can Escarrer de Dalt (Sant Mateu) pensarán que una legión de topos gigantes ha tomado aquella ladera de la montaña que hace de frontera entre Sant Antoni y Santa Eulària. A lo largo y ancho de cinco hectáreas emergen 800 montones de tierra junto a 800 agujeros de tamaño considerable, como de media tumba humana. No son tálpidos descomunales los causantes de que ese enorme terreno de cultivo, dividido en decenas de bancales, parezca un gruyer, sino Christian Jochnick y Sophie Daunais, que tienen el propósito de rellenarlos con 800 almendros.

Ellos son los ideólogos. Y el ingeniero agrónomo Salvador Roig, el autor de este proyecto agrícola. Roig cree que es «la plantación de almendros más masiva» de los últimos tiempos en Ibiza, mayor que la de los «70 o 120» cultivados los últimos años en Santa Agnès.

Ayer, a las 8 horas, una veintena de trabajadores y voluntarios (muchos de ellos amigos y familias que desean colaborar desinteresadamente) iniciaron la plantación. Continuarán hasta el jueves 19 de diciembre. Es el remate a un año dedicado a adecentar la finca, que llevaba medio siglo sin ser cultivada, aunque su antiguo dueño la roturaba periódicamente.

Una finca de 38 hectáreas

Sobre todo, la han limpiado de árboles muertos o improductivos, y de las decenas de pinos que crecieron anárquicamente en los bancales durante los últimos años. De esa limpieza han emergido, como si de una ciudad maya oculta por la maleza se tratara, cientos de metros (calculan que unos tres kilometros) de muros de piedra, muchos de ellos derruidos. Su reconstrucción forma parte de la recuperación de Can Escarrer de Dalt, al igual que la casa payesa, cuya parte más moderna fue registrada en 1858 pero cuyo pasado se remonta, al menos, a dos siglos antes. De las 38 hectáreas que ocupa, 26 son de bosque y 12 de cultivo.

Jochnick, uno de los patrones de Ibiza Preservation Found, es sueco, aunque vivió en Londres desde los 10 años. En esa capital se dedicaba a las finanzas. Hace un año decidió instalarse con su pareja en esta finca, que encontraron llena de árboles «muertos» o en mal estado. Surgió entonces el proyecto de convertirla en una «finca regenerativa». Su afán no es solo filantrópico: quiere que sea productiva tanto social como económicamente: «Quiero que sea sostenible ecológicamente (apenas se necesitará agua), pero también rentable. No sólo un sueño».

Los árboles les han costado unos cuatro euros por unidad. Y por el cuidado de cada hectárea calculan que deberán invertir entre 8.000 y 12.000 euros, es decir, un máximo de 60.000 euros. Pero disponen de un colchón de 100.000 para gastos.

Los almendros plantados son de la variedad belona y proceden de los viveros de Chirivel (Almería). Los cultiva Cristóbal Aránega, el primer agricultor que se dedicó a los almendros ecológicos en este país: «Empecé hace 33 años con las variedades tardías, las que florecen en marzo. El objetivo era evitar las heladas, que es una de las cosas que más les perjudican». A Aránega le ha sorprendido la Eivissa que ha conocido: «Pensaba que aquí sólo había discotecas y fiesta, no todo este campo. Creía que la agricultura era aquí irrelevante».

Un faro

El proyecto de Christian y Sophie de crear «un bosque sostenible» de almendros supone «un reto» para Cristóbal Aránega. Cree que puede llegar a ser rentable porque a la gran cantidad de almendros se suma la calidad del producto que cosecharán: «Este proyecto piloto puede convertirse en un ejemplo para otros, en un faro para la agricultura ibicenca», vaticina.

También recuperarán un bancal que, a modo de castillo, se alza en la parte superior de la ladera, aislado de las insaciables cabras por un elevado muro de piedras: lo quieren destinar al cultivo de uvas, tal como estaba pensado originalmente, aunque, al parecer, nunca llegó a cumplirse ese propósito, según Roig.

Este ingeniero agrónomo ibicenco está recuperando «el vigor « de ese suelo con tratamientos biológicos. Y antes de plantarlos, bañan las raíces de los almendros en una 'pócima' para «activar el crecimiento radicular». Es, asegura, «un paso muy simple, pero muy importante» para que la planta arraigue en cada uno de los agujeros abiertos en la zona desde hace tres meses, a los que ha añadido un compuesto de carbono.

Los 800 almendros de la variedad belona llegaron a Ibiza el pasado 9 de diciembre (cada uno con su pasaporte fitosanitario) con sus raíces envueltas para que conservaran la humedad. Desde entonces, cada tres días han sido regados para que estuvieran a punto para la plantación iniciada ayer. En tres meses tapizarán esa ladera de blanco.

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